Amado por unos, denostado por otros... La franquicia Call of Duty se ha convertido por méritos propios en uno de los nombres más grandes de la industria de los videojuegos. Con Black Ops ya en las tiendas de todo el mundo se disipa la duda de si los chicos de Treyarch serían definitivamente capaces de mantener la saga por sí solos tras la desaparición de Infinity Ward tal y como la conocíamos. La respuesta es afirmativa, y es que de hecho el que nos ocupa es el mejor título que este equipo ha cuajado hasta ahora.
El culebrón del año dentro del mundillo de los videojuegos, la huída de talentos de Jason West y Vince Zampella de Infinity Ward, se ha saldado con el lanzamiento de Call of Duty: Black Ops, un videojuego que no se ha visto perjudicado por el clima de inestabilidad que ha rodeado a la franquicia durante los últimos doce meses. Ahora que parece que Treyarchha quedado como la principal punta de lanza tras la remodelación de la todavía existente Infinity Ward, el estudio de Santa Monica aprovecha para reivindicarse con el mejor título que hasta ahora han realizado.
Black Ops no está a la altura del segundo Modern Warfare, pero sí iguala en calidad al primero y es un título definitivamente superior a World at War. El videojuego basa sus fortalezas en explotar el esquema que Infinity Ward ensambló con su primer título bélico sobre la guerra, y que se ha convertido en algo así como "las tablas de la ley" del género. Treyarch infunde su toque, sí, y fulmina elementos, añade otros... aunque siempre con la intención de conservar intacto el sello de identidad de la saga: Acción de enorme fuerza cinematográfica, combates aparatosos, un apartado visual muy potente y cuidado, y una atención especialmente acusada por todo lo tocante a la vertiente on-line.
Con un ritmo trepidante y una narrativa al más puro estilo hollywoodiense, este shooter bélico pone una vez más el listón tremendamente alto a todos los estudios que buscan probar fortuna en el género, y también vuelve a reafirmar la fortaleza de la franquicia deActivision en el universo shooter.
Los Números -Historia y Campaña-
La influencia del cine ha sido siempre primordial para entender la saga Call of Duty, pero más que nunca en el caso de Black Ops, probablemente la entrega más deudora de las fórmulas de Hollywood que la IP ha visto hasta ahora. Treyarch insistió mucho durante la producción del título en su intención de crear unos lazos de empatía fuertes entre el protagonista y el público, y si bien no lo han conseguido hasta el grado que prometían, lo cierto es que en ciertos puntos la intensidad es máxima.
La influencia del cine ha sido siempre primordial para entender la saga Call of Duty, pero más que nunca en el caso de Black Ops, probablemente la entrega más deudora de las fórmulas de Hollywood que la IP ha visto hasta ahora. Treyarch insistió mucho durante la producción del título en su intención de crear unos lazos de empatía fuertes entre el protagonista y el público, y si bien no lo han conseguido hasta el grado que prometían, lo cierto es que en ciertos puntos la intensidad es máxima.
En Black Ops seremos Mason. Un soldado de operaciones especiales sometido a un interrogatorio que sacará a la luz todos los recuerdos de sus misiones.
Los diálogos son más que aceptables en el género de acción, y van más allá de las frases de camaradería habituales en los diálogos para construir unos personajes bien perfilados. Como decimos habitualmente el shooter como tal tiene que ser valorado en diferente medida a cualquier otro género en aspectos de narrativa, por los problemas de ritmo que ofrecería una sobreexposición de argumento, de modo que el trabajo de sus responsables a la hora de obtener un buen equilibrio en este sentido es digno de mención en este Black Ops.
El memorable Reznov de World at War regresa a Call of Duty con Black Ops. Un interesante guiño al pasado que otorga mucha fuerza a su reparto de personajes.
Lo más positivo del conjunto es que, sin llegar a ofrecer absolutamente ningún elemento novedoso en el modo historia más allá de su exposición en flashbacks y su propia forma de contarnos lo que está pasando, Treyarch ha conseguido un sentido tremendamente variado de la acción. No hay nada en la campaña de Black Ops que no hayamos visto ya cientos de veces en la fórmula que creó ya en el año 2003 Infinity Ward con el Call of Duty original, y que redondeó posteriormente en 2007 con el primer Modern Warfare, pero al mismo tiempo la diversidad de sus niveles consigue enganchar de tal modo que parece hacer fresco algo que en realidad no lo es en absoluto. Un capítulo en Vietnam en los sesenta, alternado con el siguiente contemporáneo en Rusia, otro en la plataforma de una lanzadera de misiles...
Los responsables del título que nos ocupa bordan la sucesión de niveles con unos decorados completamente diferentes unos de otros, a pesar de contener todos ellos un planteamiento idéntico entre sí: Acaba con todos caminando desde el punto A al B, y sigue a tu compañero dirigido por la IA de cerca a través del escenario, en un concepto que hará que muchos odien la palabra "Sigue" que nos acompañará durante toda la aventura sobre la cabeza de nuestro acompañante. Simple sí, pero efectivo, y con algunas agradables sorpresas en cuestión de contextos que, por supuesto, no desvelaremos.
Operaciones Secretas -Experiencia Jugable-
Quien no sepa qué esperar de Black Ops debe saber que sigue las trazas del shooter bélico del que la saga es abanderado a rajatabla. La entrega que nos ocupa, eso sí, hace mayor hincapié todavía en los niveles en una fórmula muy rígida, basada en unos mapeados con un diseño muy estrecho y con muy pocas posibilidades que nos permitan salirnos de los márgenes. Infinity Ward pareció apostar por abrir más los niveles en Modern Warfare 2, especialmente en algunos repletos de posibilidades como los de los barrios residenciales, por ejemplo. Treyarch, sin embargo, ha regresado a los orígenes más estrictos de la saga, algo que no es necesariamente bueno ni malo, y que desde luego no desmerece ni un ápice la calidad final del producto; pero que como cambio sí merece ser mencionado.
Quien no sepa qué esperar de Black Ops debe saber que sigue las trazas del shooter bélico del que la saga es abanderado a rajatabla. La entrega que nos ocupa, eso sí, hace mayor hincapié todavía en los niveles en una fórmula muy rígida, basada en unos mapeados con un diseño muy estrecho y con muy pocas posibilidades que nos permitan salirnos de los márgenes. Infinity Ward pareció apostar por abrir más los niveles en Modern Warfare 2, especialmente en algunos repletos de posibilidades como los de los barrios residenciales, por ejemplo. Treyarch, sin embargo, ha regresado a los orígenes más estrictos de la saga, algo que no es necesariamente bueno ni malo, y que desde luego no desmerece ni un ápice la calidad final del producto; pero que como cambio sí merece ser mencionado.
A nivel estético el título tiene una fuerza inconmensurable. Casi toda esta potencia visual se deriva de un diseño de escenarios y creación de situaciones fantástico.
¿Cómo lo consigue? Con un sentido épico y megalomaníaco del combate, que tiene sus puntos álgidos en algunos capítulos de los que no hablaremos para no estropear la experiencia de descubrirlos a los lectores. El hacernos sentir como soldados inmersos en un combate, nunca realista pero sí de película, es la principal baza del juego y lo consigue a la perfección. En todo momento estaremos acompañados por otros hombres, y a menudo contaremos con unidades blindadas o aéreas a las que incluso podremos dar instrucciones para que nos ofrezcan apoyo de fuego pesado.
Black Ops es un videojuego increíblemente violento. Podemos activar o desactivar el filtro para adultos en cualquier momento, y es que los más sensibles pueden verse ofendidos por algunas secuencias.
Y es que la acción de Black Ops es tan aparatosa como cabría esperar de un Call of Duty. Explosiones por todos los lados, muchas unidades en pantalla, grandes ofensivas a posiciones enemigas y también los siempre intensos bastiones a defender de oleadas y oleadas de soldados rivales. Todo ello aderezado, además, con una violencia tan salvaje que, en ocasiones, parecerá completamente desproporcionada. Ésta puede ser activada o desactivada al gusto del espectador para no herir a los más sensibles, e incluye mutilaciones, algunas de ellas tan exageradas que rozan lo cómico, así como algunas secuencias de lo más intimidatorio: De hecho un interrogatorio hacia la mitad de la campaña, y del que no daremos detalles, es de lo más desagradable que hemos visto en mucho tiempo; no sólo por lo que muestra, que es terrible, sino porque somos nosotros mismos los que infligimos ese daño de forma interactiva a la persona secuestrada, algo que siempre aumenta el impacto.
El arsenal del juego sigue la misma línea de la saga, aunque trae consigo algunas incorporaciones propias... algunas de ellas que rozan la fantasía.
El multijugador de Black Ops hay que dividirlo en dos facetas, la competitiva y la cooperativa. Si bien Treyarch ha decidido pasar por alto la genial adición de Special Ops que tan fuertemente contribuyó a hacer de Modern Warfare 2 algo genuino, y que ha sido imitado a posteriori por muchos títulos como por ejemplo Splinter Cell: Conviction, el estudio californiano sí ha optado por devolver sus zombies a la saga. Es algo así como si cada una de las dos modalidades -Zombies y Special Ops- se hubiera convertido en la seña de identidad del estudio que la inventó, y si Infinity Ward no quiere saber nada de muertos vivientes en sus juegos, Treyarch tampoco tiene intención de utilizar las Operaciones Especiales que éstos introdujeron.
Así pues, por lo que respecta a los zombies, volvemos a estar ante uno de los puntales del entretenimiento más ligero y liviano del título. Si la campaña es solemnidad, espectacularidad cinematográfica y realismo en su planteamiento narrativo, los zombies vuelven a ser un descacharrante y delicioso entretenimiento, que nos permitirá acabar con oleadas de muertos vivientes en mapas cerrados con la ayuda de otros tres jugadores a través de internet -sólo dos en pantalla dividida- o en solitario. Sus responsables construyen con habilidad otro sistema económico y de incentivos que nos premia por cada zombie que abatimos y por cada barricada que reconstruimos con dinero, y lo utilizamos para desbloquear armas, municiones y accesos a otras zonas del mapeado.
La presencia de los muertos vivientes, en un modo llamado directamente Zombies y presente desde el comienzo del videojuego, es tremendamente divertida y adictiva, con una capacidad de enganchar que resulta sorprendentemente fuerte. Sin embargo el verdadero potencial del videojuego en cuanto a horas de juego reside en el multijugador, auténtico puntal de las series desde los comienzos de la IP, y especialmente teniendo en cuenta que es la única oferta cooperativa tras la eliminación de la posibilidad de superar la campaña acompañados por parte de Treyarch en este Black Ops.
El esqueleto sobre el que sus responsables construyen la estructura de la experiencia on-line es idéntico al que la saga ha establecido desde el primer Modern Warfare, y es el que se ha convertido en un estándar actual para el shooter moderno. La posibilidad depersonalizar clases nos permite editar seriamente a nuestro soldado para el multijugador, y hay diez ranuras para elaborar nuestra configuración favorita en función de la modalidad de juego y el mapa en el que vayamos a jugar.
Los zombies regresan a Call of Duty con Black Ops. La desaparición de la campaña on-line lo convierte en la única oferta cooperativa, y lo cierto es que es tremendamente divertido... ¡y adictivo!.
Así mismo, y como también es costumbre, no es la única faceta que podemos personalizar, y es que también debemos escoger entre accesorios extra como granadas de humo, de gas, cegadoras, de fragmentación, cargas explosivas, hachas arrojadizas, cámaras espía, inhibidores de radar, sensores de movimiento, minas claymore para blindados, inserciones tácticas y un dilatadísimo etcétera de gadgets que acaban marcando la diferencia sobre el campo de batalla. Todas ellas canjeables por diferentes cantidades de experiencia.
El sistema de personalización de clase no sirve únicamente para editar al detalle a nuestros soldados, sino también como un componente de desbloqueo constante de lo más adictivo.
El apartado on-line de Black Ops es, en definitiva, una modalidad a la altura de lo que la franquicia ha traído consigo hasta ahora, y con algunos cambios como unos mapas más grandes que los que traía consigo el binomio Modern Warfare. El más directo y frenético de los multijugadores del momento regresa con fuerza gracias al título de Treyarch, manteniendo la fórmula intacta y apostando poco por la innovación, pero incluyendo nuevos mapas y modalidades. Los modos, precisamente, se dividen en cuatro ramas: Básico, Crudo, Extremo y Prestigio; cada uno de ellos con un buen número de alternativas en su mayoría muy clásicas como el Duelo por Equipos, Todos Contra Todos, Tomar la Bandera o Buscar y Destruir; todos ellos muy descriptivos con sus nombres y ya vistos en entregas anteriores.
El multijugador volverá a ser un pozo sin fondo de horas invertidas en este nuevo Call of Duty. La cuidada selección de mapas y modos de juego garantiza una vida útil dilatadísima.
La saga Call of Duty ha sido tradicionalmente una franquicia muy avanzada en lo visual con respecto a otros títulos bélicos, y Black Ops no es una excepción. En esta ocasión Treyarch labra el que, también en lo sensorial, es el videojuego más completo que han realizado hasta ahora.
A nivel artístico el salto con respecto a World at War es fascinante. La variedad en la que hemos insistido tanto anteriormente entre un nivel y otro no sólo beneficia a la faceta jugable, sino que compone un logro a nivel de dirección artística tremendamente impactante. Las diferentes atmósferas que componen la campaña individual están inusitadamente bien compuestas, y se apoyan en unos decorados muy trabajados, en una iluminación única para cada una de ellas y en un estilo totalmente genuino para cada capítulo del que se beneficia el programa en general.
Por lo que respecta al modelado de personajes estamos ante un título que tiene las mismas crestas de ola y caídas que todos los productos del estudio californiano. Los rostros de los personajes principales, por ejemplo, son fantásticos, y en algunas secuencias son tan buenos y expresivos que son capaces de portar la carga dramática de secuencias sin necesidad de usar cinemáticas. Por otro lado en otras ocasiones son sorprendentemente toscos, con desproporciones latentes entre partes de su cuerpo, manos por ejemplo, y algunos rostros para NPCs enemigos que están demasiado por debajo de la media.
En los escenarios las conclusiones son las mismas. La mayoría de elementos son fantásticos, prácticamente el 90% de ellos, pero en algunos casos concretos no brillan tanto. Algunas texturas no están a la altura, los modelados de determinados vehículos dejan mucho que desear y, por ejemplo, el primer nivel ambientado en Cuba está sorprendentemente por debajo del resto en todos los aspectos estéticos. Nada que ensombrezca el apartado gráfico en general si no es mirado en detalle, pero todos ellos elementos que en definitiva sí merecen ser reseñados.
La presencia de los muertos vivientes, en un modo llamado directamente Zombies y presente desde el comienzo del videojuego, es tremendamente divertida y adictiva, con una capacidad de enganchar que resulta sorprendentemente fuerte. Sin embargo el verdadero potencial del videojuego en cuanto a horas de juego reside en el multijugador, auténtico puntal de las series desde los comienzos de la IP, y especialmente teniendo en cuenta que es la única oferta cooperativa tras la eliminación de la posibilidad de superar la campaña acompañados por parte de Treyarch en este Black Ops.
El esqueleto sobre el que sus responsables construyen la estructura de la experiencia on-line es idéntico al que la saga ha establecido desde el primer Modern Warfare, y es el que se ha convertido en un estándar actual para el shooter moderno. La posibilidad depersonalizar clases nos permite editar seriamente a nuestro soldado para el multijugador, y hay diez ranuras para elaborar nuestra configuración favorita en función de la modalidad de juego y el mapa en el que vayamos a jugar.
Los zombies regresan a Call of Duty con Black Ops. La desaparición de la campaña on-line lo convierte en la única oferta cooperativa, y lo cierto es que es tremendamente divertido... ¡y adictivo!.
Así mismo, y como también es costumbre, no es la única faceta que podemos personalizar, y es que también debemos escoger entre accesorios extra como granadas de humo, de gas, cegadoras, de fragmentación, cargas explosivas, hachas arrojadizas, cámaras espía, inhibidores de radar, sensores de movimiento, minas claymore para blindados, inserciones tácticas y un dilatadísimo etcétera de gadgets que acaban marcando la diferencia sobre el campo de batalla. Todas ellas canjeables por diferentes cantidades de experiencia.
El sistema de personalización de clase no sirve únicamente para editar al detalle a nuestros soldados, sino también como un componente de desbloqueo constante de lo más adictivo.
El apartado on-line de Black Ops es, en definitiva, una modalidad a la altura de lo que la franquicia ha traído consigo hasta ahora, y con algunos cambios como unos mapas más grandes que los que traía consigo el binomio Modern Warfare. El más directo y frenético de los multijugadores del momento regresa con fuerza gracias al título de Treyarch, manteniendo la fórmula intacta y apostando poco por la innovación, pero incluyendo nuevos mapas y modalidades. Los modos, precisamente, se dividen en cuatro ramas: Básico, Crudo, Extremo y Prestigio; cada uno de ellos con un buen número de alternativas en su mayoría muy clásicas como el Duelo por Equipos, Todos Contra Todos, Tomar la Bandera o Buscar y Destruir; todos ellos muy descriptivos con sus nombres y ya vistos en entregas anteriores.
El multijugador volverá a ser un pozo sin fondo de horas invertidas en este nuevo Call of Duty. La cuidada selección de mapas y modos de juego garantiza una vida útil dilatadísima.
La saga Call of Duty ha sido tradicionalmente una franquicia muy avanzada en lo visual con respecto a otros títulos bélicos, y Black Ops no es una excepción. En esta ocasión Treyarch labra el que, también en lo sensorial, es el videojuego más completo que han realizado hasta ahora.
A nivel artístico el salto con respecto a World at War es fascinante. La variedad en la que hemos insistido tanto anteriormente entre un nivel y otro no sólo beneficia a la faceta jugable, sino que compone un logro a nivel de dirección artística tremendamente impactante. Las diferentes atmósferas que componen la campaña individual están inusitadamente bien compuestas, y se apoyan en unos decorados muy trabajados, en una iluminación única para cada una de ellas y en un estilo totalmente genuino para cada capítulo del que se beneficia el programa en general.
Por lo que respecta al modelado de personajes estamos ante un título que tiene las mismas crestas de ola y caídas que todos los productos del estudio californiano. Los rostros de los personajes principales, por ejemplo, son fantásticos, y en algunas secuencias son tan buenos y expresivos que son capaces de portar la carga dramática de secuencias sin necesidad de usar cinemáticas. Por otro lado en otras ocasiones son sorprendentemente toscos, con desproporciones latentes entre partes de su cuerpo, manos por ejemplo, y algunos rostros para NPCs enemigos que están demasiado por debajo de la media.
En los escenarios las conclusiones son las mismas. La mayoría de elementos son fantásticos, prácticamente el 90% de ellos, pero en algunos casos concretos no brillan tanto. Algunas texturas no están a la altura, los modelados de determinados vehículos dejan mucho que desear y, por ejemplo, el primer nivel ambientado en Cuba está sorprendentemente por debajo del resto en todos los aspectos estéticos. Nada que ensombrezca el apartado gráfico en general si no es mirado en detalle, pero todos ellos elementos que en definitiva sí merecen ser reseñados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario